Iago Campa
Le dijo, “voy a decirte que te quiero aunque no quieras oírlo”. Y ella lo escuchó. Lo escuchó porque quería oírlo aunque tuviera miedo de no saber echar el freno, es más cómodo engañarse creyendo que no te quiero a poner el corazón en juego y como dice Sabina “como coño vamos a salir ilesos de esta magia en la que nos hayamos presos”. Para no salir de ningún lado no hay que entrar, y ella no quería que nadie entrara en ella. E hay alguien que llega y te rompe los esquemas, y los apuntes no valen, las teorías son para los libros, y esto es la guerra, y te conviertes en la reina de corazones aunque no quieras, que lo único que no quiere es que la hieran.
Él se lo va a decir pase lo que pase y pierda quien pierda, si se calla el “no” está asegurado, y aquí de imposibles solo sabemos las canciones que nos queman. Se lo va a decir aunque no quiera, aunque ella no lo quiera, aunque no le deje ni fracasar con ella. Porque él cuando no piensa, ella siempre se cuela en su cabeza, aunque no lo entienda, aunque no la entienda, porque por lo menos ahora mismo tiene más dudas que ruinas en el lado izquierdo de su paciencia.
Ella tiene más miedo de él que él de ella, porque el problema es cuando tienes una vida hecha y la rutina de saber quién era, y aparece alguien y sigues siendo la misma pero con muchas más cosas buenas. Él se atrevió a decirle que el mundo para él era ella, y ella se atrevió a escuchar que en su mundo no solo vivía ella.
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